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FILOSOFÍA DEL PROYECTO
EL SONIDO Y EL AGUA
El sonido y el agua

«Las voces del agua son apenas metafóricas, que el lenguaje de las aguas es una realidad poética directa, (…) que las aguas ruidosas enseñan a cantar a los pájaros y a los hombres (…) y que hay continuidad, en suma, entre la palabra del agua y la palabra humana»

Los sonidos del agua son elementos fundamentales del paisaje sonoro que han acompañado al hombre desde sus orígenes. El agua forma la mayor parte de su cuerpo, nada en ella antes de formar parte del mundo, lo mantiene con vida. Diferentes filósofos se refirieron a este elemento: Parménides decía que “Todo fluye y nada permanece”, todo está en constante cambio y transformación y según Heráclito de Éfeso: “Nunca te bañarás dos veces en el mismo río”. Estas dos famosas citas tienen relación directa con el agua y su constante movimiento, un fluir que representa el paso del tiempo, la vida.

Al igual que existe esta relación entre el tic tac del reloj y el incesante discurrir de este líquido transparente, existe un paralelismo entre la música y el agua. José Luis Carles indica que “en la música los sonidos evolucionan de manera organizada y esta organización de acontecimientos que evolucionan en el tiempo posee muchas semejanzas con los movimientos y figuras que realiza el agua en sus múltiples formas de manifestarse en la naturaleza.” Cada una de las corrientes de agua, ya sea un río, un arroyo, una playa o el sonido de una fuente, fluyen, contienen microvibraciones, microrritmos, variaciones espectrales y dinamismo, de igual manera que la música.

El agua tiene un lenguaje y una voz propia que usa para hablarnos de sí misma, de lo que la rodea, de su calma o agitación. Dependiendo de si corre, si cae, si se levanta, si se proyecta, producirá sonidos muy diversos. Schafer nos indica en su libro sobre paisaje sonoro que cada lugar, río o fuente usará un lenguaje diferente.
Por este motivo su sonido dependerá del elemento del que provenga y del material que la rodee: no sonará igual el agua de una fuente cuyo caño sea metálico que una con uno de piedra, el agua convertida en granizo que la silenciosa nieve. Michel Chion nos muestra con diversos ejemplos cinematográficos que el sonido de la lluvia puede adquirir rasgos ("quasi"-) musicales dependiendo del material contra el que entre en contacto, como por ejemplo, un paraguas. La sinfonía que se crea con el golpeo constante del agua sobre los diferentes tipos de paraguas recorre desde las calles a los caminos y de las ciudades a los campos llenándolas de diferentes sonidos. Cada uno de ellos y sus distintas superficies cambian los sonidos de lo que los rodea y modifica las características del paisaje sonoro.

Bernáldez nos indica que los espacios y los paisajes sonoros en los que podemos escuchar el discurrir del agua tienen una mayor aceptación que aquellos en los que se escucha el bullicio de la ciudad. Diferentes experimentos realizados por José Luis Carles sobre el sonido y el paisaje indican que el sonido del agua posee una mayor capacidad para producir en el oyente una sensación de calma, tranquilidad, serenidad. En lo relativo a su carácter sonoro se pueden obtener desde los sonidos más relajantes y místicos hasta los más aterradores. Cuando pensamos en el sonido del agua, pensamos en un mar en calma, en la lluvia, en las olas rompiendo contra la roca. Pero el agua también puede crearnos una sensación de inquietud o de miedo: el goteo de un grifo mal cerrado puede causar en nosotros cierto nerviosismo u obsesión, sintiendo la necesidad de cerrarlo, al igual que el sonido de una tormenta nos hace sentir inquietud y temor. Sobre estas diferentes dimensiones del agua, Cristina Palmese añade que el agua “recoge todas las situaciones del alma y la vida humana y su relación con la naturaleza”.

El sonido del agua ha sido representado en música por múltiples directores. Para Schubert o para Franz Liszt éste es un tema más recurrente.

No debemos olvidar que en una de las publicaciones importantes del World Soundscape Project se encontraba la secuencia Entry to de Harbour (Entrada al puerto), a él se le unen otras muchas como Harbour Ambience, The Music of Horns and Whistles, o Vancouver Soundmarks. Esto nos muestra la gran importancia que desde el estudio de los paisajes sonoros se le concedió al agua y a todo lo que lo rodea.

Con todo lo dicho anteriormente podemos concluir que casi siempre el sonido del agua es aceptado de forma positiva (las fuentes quieren decir vida). Como ejemplo final de ello nombraremos la fuente situada en los jardines de la "Villa Borguese" de Roma, en la que figura la siguiente expresión "Vitae laudem murmure suo fons canit" o, lo que es lo mismo, "la fuente canta con su murmullo la alabanza de la vida".

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